El nombre de Albayzín fue acuñado por los moros expulsados de Baeza el año 1227 por el rey de Castilla Fernando III. En la actualidad, sigue despertando el mismo hechizo que sintieron los conquistadores cristianos. Sus calles tortuosas, sus plazas, miradores y perfumados cármenes constituyen su mayor atractivo.
Este barrio de la Granada nazarí es mundialmente conocido, pero la historia de Al Andalus guarda matices mágicos que engrandecen la pequeña historia doméstica de sus afanados habitantes. ¿Quién no conoce la calle Albaicin de Génave? En el corredor de Levante, entre los primeros picos de Sierra Morena y las calizas incipientes de La Sierra de Segura, donde se ubica Segura Natura, las mejores casas rurales para regalarte una escapada rural por Jaén;
Entre lomas suaves y vegetación mediterránea de encinas, jaras y romeros, hay un paso natural usado desde tiempo inmemorial. Restos de Calzada Romana permanecen con sus losas enormes tapizando el suelo rojizo de arcillas ferruginosas. Y paralelo a estos vestigios romanos, la carretera Nacional desde Cordoba a Valencia (N- 322) es un eje vertebrador entre el feraz Sur Andaluz y el Levante fértil. Campos de Zarracotín de épicos romances, de batallas históricas, de huestes ambiciosas arengadas por el insaciable poder de reyes tardo medievales. Tierras fías, primorosamente cultivadas y de bajo rendimiento cerealista y olivarero. Tierras de frontera, muy distantes de centros urbanos en donde el poder político y administrativo administra a sufridos ciudadanos o súbditos, según épocas históricas. Dehesas comunales, reconocidas por los fueros y relaciones reales, como la de Felipe II. Tierras casi vírgenes de una belleza comparable a las llanuras del Atlas marroquí. Calle Albaicin en Xénave. Estrecha, apartada, y que tiene su inicio pegada a la Iglesia, antes mezquita. Xénave sencillo, tímido como una sultana, de gentes sufridas, trabajadoras y agradecidas. Buena gente. Calle Albaicin, en Beas de Segura, villa antigua, entre caudalosos arroyos. Lugar de residencia de doña Mencia Figueroa, madre de Jorge Manrique. Tierra deleitosa a decir de Santa Teresa de Jesus que funda un convento de carmelitas descalzas , con la ayuda generosa de la familia Figueroa. Beas bendito cuna de mis hijos adorados; Beas de Segura por cuyas calles y plazas puso su pie el poeta más grande que ha dado la mística española, San Juan de la Cruz.
Albaicin en Granada, a más de doscientos kilómetros de las calles homónimas de la Sierra de Segura. La diáspora de los moros expulsados de Baeza forma barrios y calles fuera de los límites del Reino Nazarí. Castillos y Atalayas desde Siles, hasta la torre de la Vela. Fortalezas en cada uno de los lugares de asentamiento de los andalusçes, dueños de estos valles y montañas. Albercas y atanores. Albeitas y Alfanjes. Una lengua de raíces árabes. Una cultura que sigue viva en la memoria colectiva de los habitantes de la Sierra y del Collado. En todo caso, una fusión de siglos hasta llegar al día de hoy.
Desde la sombra y cobijo del torreón moruno de la aldea de LA HUETA en la Sierra de Segura, mi memoria recorre el camino desde los Calares de Bucentaina, hasta la Puerta de Elvira. Desde el arrabal de la calle Albaicin en Beas de Segura, cuajadas sus estrechas calles de geranios y jazmines, hasta Bibarrambla y el Palacio de Bibataubin, residencia de los nobles Zegríes. Desde los lejanos Campos de Albentosa hasta las aguas cristalinas de la Acequia Real de la Alhambra. En el viaje desde las altas Cumbres de la Sierra de Segura, hasta la capital del Reino de Granada, hay unos caminos que recorren Al Andalus, desde el Oriente en Al kutilla (Cotillas) hasta las cegadoras y nevadas cumbres de Sierra Nevada. Y hay también un viaje de peregrinación, de búsqueda interior, de regocijo por habernos sido dado el privilegio de nacer en esta bendita tierra y formarnos en las aulas de la Universidad de Granada.